Al inicio del 2024 los bolivianos son predominantemente pesimistas. Tres cuartos de la población creen que su situación familiar empeoró el 2023 y no saben qué pasará el 2024, o directamente creen que sus condiciones de vida continuarán deteriorándose el año que comienza. Aunque este pesimismo es predominante en clases medias opositoras al Gobierno de Arce; está también presente en clases bajas; aún entre quienes respaldan al Presidente. La estabilidad económica no es suficiente para devolver esperanzas de mejora a los bolivianos. Necesitan creer que en los próximos años la situación económica les permitirá tener empleos de calidad y mejores ingresos. Por de pronto ningún discurso político les permite ver el futuro con optimismo.