En pocas semanas el país ha pasado de un escenario de sequía a fines del 2023, a uno de inundaciones entre febrero y marzo del 2024. Un tercio de los bolivianos, sobre todo de clases bajas con menor nivel de instrucción, percibe que estos desastres naturales son fenómenos incontrolables. En cambio, cerca de la mitad de los entrevistados con mayor nivel de instrucción, relacionan estos desastres a la acción humana. Los jóvenes menos politizados culpan a la población por la contaminación ambiental debido sus "malos hábitos". Los adultos, más politizados, creen que el Estado favorece a ciertos grupos con poder económico para no cumplir las normas ambientales, destruir la naturaleza y agravar sequías e inundaciones en el país.